mercredi 20 janvier 2010

lundi 11 janvier 2010

Arena

Blanquísima la arena,
el agua turquesa
como en aquellas fotos,
como en aquellos sueños.

Andar, tocar la arena,
esta arena finísima,
arena entre los dedos,
agua de mar los ojos.

En la cama de abajo
duerme un hombre gringo
que toca la guitarra
y piensa en una chica.

Se pasa todo el día
olvidando en la música,
ahogando su pena
con música de lágrima.

En frente de la cama,
un señor argentino
juega con su teléfono,
mira fotos de arena.

Siento mi piel blanquísima
como la pura arena,
ojos color del agua,
quizás soy esta playa.

El mar trae el olvido,
no existe otro mundo
fuera de aquella playa,
sólo música de agua.

El mundo se pinta de arena,
mar de arena, olas de arena,
sol de arena, nubes de arena,
el ruido del mar es arena.

Y ya no existe nada,
sólo la arena,
esta arena blanquísima.

Blanca con puntas rosas,
como llena de estrellas,
dibujos en la playa,
espirales de arena.

Paraíso blanquísimo
y lleno de vacío,
gaviotas peleando,
yo quiero irme volando.

Son blancos los recuerdos,
es blanca la memoria,
todo se vuelve arena
y se pinta de blanco.

El viento viene y llena
este cuerpo de arena,
el aire dibujando
olas sobre mi brazo.

Aquí la arena es todo,
blanca como la nada,
y la vida es de arena,
y la muerte es de arena.

Como la luz de luna,
la pureza absoluta,
la arena, y la espuma
del agua tan turquesa.

El mundo es de arena,
de pura luz de arena,
esta arena finísima,
harina, polvo, nada.

El sol abrazado a la arena,
el agua besando la arena,
orgasmo de naturaleza
borrando tiempo y memoria.

Por mis ojos entra agua,
en mi mente sólo hay arena,
nada más que arena.